Reflexiones sobre la energía

Es increíble cómo la vida cada vez se va haciendo más camaleónica / selvática / irónica. Es increíble cómo demuestra que la energía se gasta inútilmente, de forma irremisiblemente ridícula. Y no hay vuelta atrás. Claro, como nos dicta la física que tan poco se aplica al proceso de vivir, la energía no se extingue ni se crea, sólo se transforma, pero la energía transformada generalmente no le sirve a uno para un pepino. Es simplemente una inversión en un banco que no promete seguridad, tasas de interés fijo o planes crediticios. No ofrece nada fuera del azar. Gamberra ruleta donde el 00 es muchísimo más que una probabilidad: es una certeza.

También, la vida demuestra que peor que invertir en una empresa controlada por Orlando Castro es invertir energía en tiempo mental, en tiempo de espera. En esperanza, tal vez. El camaleón se mueve por acciones, no por palabras y mucho menos por pensamiento, por tontas emociones humanas. Hay inversiones que nunca generarán ganancias, intereses o cualquier beneficio, porque fallamos en La Bolsa, o probablemente porque somos Bolsas. No queda otra explicación.

Más aún, la energía se transforma pero no transforma personas, al menos no en planos distintos al físico. Pensar que las personas pueden cambiar por dirigirles un flujo de energía bien entonada / mal encarada es querer torcer cucharas con la mente cuando se es un ratón. Como dice el viejo adagio del pesimista nato: "la gente no cambia". Francamente, no entiendo por qué no nacemos con el aprendizaje de nuestros ancestros pesimistas incrustado en el cerebelo, como línea carcelaria que limite al Yo freudiano. Así ahorraríamos tanto, pero tanto, en gastos energéticos... Tal vez tendríamos que comer sólo semanalmente.

Si almacenáramos toda la energía que gastamos de esta forma, seríamos reactores nucleares andantes. Pharmaton, Centrum y Red Bull a la basura, party all night long. Pero lamentablemente, nos encantan los desechos, la mala utilización, la completa ignorancia del poder del reciclaje. Preferimos desperdiciar un recurso tan valioso como la energía en cosas tan nimias como la esperanza.

No hay más palabras que estas: qué desperdicio de energía somos.

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