Un pantano llamado Venezuela (II)
II. La guerra de las franelas
Los aclamadísimos 49 años de Democracia que llevamos hasta ahora, en vez de perseguir el cuento de hadas de la Venezuela Próspera, como es lógico, han transformado -o hemos dejado que nos transformen- el país en una guerra de franelas. Sí, una guerra de lo que se pone y se quita para adosarse a la causa del momento. Un cambio policromático digno de camaleón: de blanco a verde, de verde a blanco, de blanco y verde a rojo, y ahora de rojo a azul y viceversa en una vorágine de colores. Tal vez Ovejita sea la única beneficiada de estos últimos 49 años.
En el clima de polarización política del gobierno de Hugo Rafael Chávez Frías la guerra de franelas se ha intensificado: ya no se trata de batallar por cambiarla en el momento justo o por absorber el color del otro. No, el esquema ha cambiado: ahora se trata de llevar la franela del color adecuado y tirarle con ella cocos al mono de al lado, con una franela del color opuesto, para ver si se cae del árbol y así quedarse con él. Sólo unos pocos andamos por acá, descamisados y viendo a los monos caerse a cocos, sin sentido ni lógica alguna.
Lo novedoso del proceso que vive Venezuela ahorita es que las franelas ya no son sólo de dos colores. Bueno, sí lo son, pero evolucionamos y conocimos los estampados. La cantidad de marcas en pugna se expandió y da lugar a muchísimos diseños sobre franelas de un color u otro. Sobre el azul, "derechos humanos"; sobre el rojo, "socialismo, patria o muerte". Sobre el azul, "libertad de expresión, hurra RCTV"; sobre el rojo "TeVes y VTV pa' todos". Sobre el azul, "Fuera Chávez"; sobre el rojo "Viva Chávez". Bajo la franela, sin embargo, los monos son los mismos en ambos bandos, iguales a los que andamos descamisados preguntándonos que qué sentido y qué lógica tienen tanto las franelas como los cocos y los estampados.
Y es que en el fondo, las faltas de ambos bandos enfranelados son las mismas. El estampado de moda entre los azules, el de "No al cierre de RCTV", tiene como trasfondo la supuesta protección de la libertad de expresión. Si no sabe que es eso, le puedo sugerir unos artículos: el 57 y 58 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (o la bicha de franela roja), el 17 del Capítulo 1 de la Convención Interamericana de los Derechos Humanos y el 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Ahí encontrará el basamento racional detrás de la lucha por un derecho, por demás instrumental: es un derecho que se ejerce y no se defiende, porque cuando se ha perdido no se puede defender. Pero hablar sobre libertad de expresión no es el punto, aparentemente.
La gota que derramó el vaso de la desfachatez en el discurso de la defensa de la libertad de expresión entre los de franela azul con estampado de leones la presencié en persona el día de ayer. En una invitación para opinar sobre el grandioso e inalienable derecho a expresarse en la sede de la ya casi difunta emisora televisiva Radio Caracas Televisión, o RCTV, intentaron forzarnos a utilizar una franela -¿les suena familiar?-, siendo ésta una condición sine qua non para aparecer en vivo hablando sobre algo que nos habría sido ultrajado minutos antes por un mandril productor general, al obligarnos a vestir de cierta forma y "asegurarse" de que daríamos un mensaje favorable a la televisora. Nos invitó a irnos si no queríamos usarla y así lo hicimos. Por la puerta nos fuimos con nuestros principios a rastras e indignados por el abanderamiento de un derecho fundamental como herramienta para adornar un "funeral technicolor".
Defender un derecho inalienable es, en sí, un principio. Es un deber, es una obligación. Pero defender un medio de comunicación por el simple hecho de que representa un sitio donde se ejerce "la libertad de expresión" es, ante el ejemplo anterior, una grandiosa falacia. ¿Qué clase de libertad de expresión se ejerce cuando las líneas editoriales superan con creces la importancia de la opinión del entrevistado, del invitado o incluso del periodista? Antes de que crean que voy a entrar en una espiral de puritanismo periodístico, cosa que sería medianamente lógica dada mi carrera, les informo para su comfort que no lo haré. Lo que sí les pregunto es, para que saquen sus propias conclusiones, lo siguiente: ¿no es una hipocresía gigantesca abanderarse con un derecho fundamental para violarlo flagrantemente detrás de cámaras, donde nadie se va a enterar?
Aunque parezca poco cónsono con el ejemplo y mi aversión a la forma de hacer televisión de RCTV, yo voy a seguir protestando contra su cierre. ¿Por qué? Simple: porque lo que viene detrás de RCTV es mucho peor. Al menos en RCTV sí hay cabida para las denuncias contra el régimen, al menos RCTV podrá ser obligado a cambiar en el futuro. Al menos RCTV me dará la información básica y necesaria para que los de franelas rojas no me quemen dentro del país. Luego podremos demolerlo para reconstruirlo de nuevo como una televisora que en verdad garantice los derechos fundamentales. Mientras tanto, servirá de ojos lejanos.
Y lo que nos sucedio a unos ahora desilusiondos ucevistas dentro de la sede de RCTV es un claro ejemplo de lo que pasa en todo el país: diferentes colores de franelas, diferentes estampados, pero la misma falta de principios debajo de ellos. El fin justifica los medios, Ley de Talión con todos y para todos. Y lo correcto, ¿qué? Si es para eso, vayamos y matemos a los de colores opuestos, quememos sus franelas mientras las tienen puestas. ¿Qué importa, no? La idea es ganar, ganar a Venezuela. Así sea en cenizas. Los castillos de cenizas son muy bonitos. Los principios luego, porque la falta de ellos no explica para nada que sigamos en este predicamento de ser monos enfranelados, montados en palmeras tirándole cocos al de franela de otro color u otro estampado. Absolutamente nada que ver.
Los aclamadísimos 49 años de Democracia que llevamos hasta ahora, en vez de perseguir el cuento de hadas de la Venezuela Próspera, como es lógico, han transformado -o hemos dejado que nos transformen- el país en una guerra de franelas. Sí, una guerra de lo que se pone y se quita para adosarse a la causa del momento. Un cambio policromático digno de camaleón: de blanco a verde, de verde a blanco, de blanco y verde a rojo, y ahora de rojo a azul y viceversa en una vorágine de colores. Tal vez Ovejita sea la única beneficiada de estos últimos 49 años.
En el clima de polarización política del gobierno de Hugo Rafael Chávez Frías la guerra de franelas se ha intensificado: ya no se trata de batallar por cambiarla en el momento justo o por absorber el color del otro. No, el esquema ha cambiado: ahora se trata de llevar la franela del color adecuado y tirarle con ella cocos al mono de al lado, con una franela del color opuesto, para ver si se cae del árbol y así quedarse con él. Sólo unos pocos andamos por acá, descamisados y viendo a los monos caerse a cocos, sin sentido ni lógica alguna.
Lo novedoso del proceso que vive Venezuela ahorita es que las franelas ya no son sólo de dos colores. Bueno, sí lo son, pero evolucionamos y conocimos los estampados. La cantidad de marcas en pugna se expandió y da lugar a muchísimos diseños sobre franelas de un color u otro. Sobre el azul, "derechos humanos"; sobre el rojo, "socialismo, patria o muerte". Sobre el azul, "libertad de expresión, hurra RCTV"; sobre el rojo "TeVes y VTV pa' todos". Sobre el azul, "Fuera Chávez"; sobre el rojo "Viva Chávez". Bajo la franela, sin embargo, los monos son los mismos en ambos bandos, iguales a los que andamos descamisados preguntándonos que qué sentido y qué lógica tienen tanto las franelas como los cocos y los estampados.
Y es que en el fondo, las faltas de ambos bandos enfranelados son las mismas. El estampado de moda entre los azules, el de "No al cierre de RCTV", tiene como trasfondo la supuesta protección de la libertad de expresión. Si no sabe que es eso, le puedo sugerir unos artículos: el 57 y 58 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (o la bicha de franela roja), el 17 del Capítulo 1 de la Convención Interamericana de los Derechos Humanos y el 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Ahí encontrará el basamento racional detrás de la lucha por un derecho, por demás instrumental: es un derecho que se ejerce y no se defiende, porque cuando se ha perdido no se puede defender. Pero hablar sobre libertad de expresión no es el punto, aparentemente.
La gota que derramó el vaso de la desfachatez en el discurso de la defensa de la libertad de expresión entre los de franela azul con estampado de leones la presencié en persona el día de ayer. En una invitación para opinar sobre el grandioso e inalienable derecho a expresarse en la sede de la ya casi difunta emisora televisiva Radio Caracas Televisión, o RCTV, intentaron forzarnos a utilizar una franela -¿les suena familiar?-, siendo ésta una condición sine qua non para aparecer en vivo hablando sobre algo que nos habría sido ultrajado minutos antes por un mandril productor general, al obligarnos a vestir de cierta forma y "asegurarse" de que daríamos un mensaje favorable a la televisora. Nos invitó a irnos si no queríamos usarla y así lo hicimos. Por la puerta nos fuimos con nuestros principios a rastras e indignados por el abanderamiento de un derecho fundamental como herramienta para adornar un "funeral technicolor".
Defender un derecho inalienable es, en sí, un principio. Es un deber, es una obligación. Pero defender un medio de comunicación por el simple hecho de que representa un sitio donde se ejerce "la libertad de expresión" es, ante el ejemplo anterior, una grandiosa falacia. ¿Qué clase de libertad de expresión se ejerce cuando las líneas editoriales superan con creces la importancia de la opinión del entrevistado, del invitado o incluso del periodista? Antes de que crean que voy a entrar en una espiral de puritanismo periodístico, cosa que sería medianamente lógica dada mi carrera, les informo para su comfort que no lo haré. Lo que sí les pregunto es, para que saquen sus propias conclusiones, lo siguiente: ¿no es una hipocresía gigantesca abanderarse con un derecho fundamental para violarlo flagrantemente detrás de cámaras, donde nadie se va a enterar?
Aunque parezca poco cónsono con el ejemplo y mi aversión a la forma de hacer televisión de RCTV, yo voy a seguir protestando contra su cierre. ¿Por qué? Simple: porque lo que viene detrás de RCTV es mucho peor. Al menos en RCTV sí hay cabida para las denuncias contra el régimen, al menos RCTV podrá ser obligado a cambiar en el futuro. Al menos RCTV me dará la información básica y necesaria para que los de franelas rojas no me quemen dentro del país. Luego podremos demolerlo para reconstruirlo de nuevo como una televisora que en verdad garantice los derechos fundamentales. Mientras tanto, servirá de ojos lejanos.
Y lo que nos sucedio a unos ahora desilusiondos ucevistas dentro de la sede de RCTV es un claro ejemplo de lo que pasa en todo el país: diferentes colores de franelas, diferentes estampados, pero la misma falta de principios debajo de ellos. El fin justifica los medios, Ley de Talión con todos y para todos. Y lo correcto, ¿qué? Si es para eso, vayamos y matemos a los de colores opuestos, quememos sus franelas mientras las tienen puestas. ¿Qué importa, no? La idea es ganar, ganar a Venezuela. Así sea en cenizas. Los castillos de cenizas son muy bonitos. Los principios luego, porque la falta de ellos no explica para nada que sigamos en este predicamento de ser monos enfranelados, montados en palmeras tirándole cocos al de franela de otro color u otro estampado. Absolutamente nada que ver.
Comentarios
Lo importante, como siempre digo, es no quedarse de brazos cruzados... no te dejaron hablar en la pantalla del mass media, pero lo hiciste aquí.. ¿quién realmente tienen el poder de callarnos? NADIE! Ni Chávez, ni los medios, ni la oposición, ni tu papá, ni tu mamá, ni tus profesores... NADIE! Aplausos estiomado, creo que este es uno de sus escritos más maduros... propáguelo que yo lo ayudo.