Origami
Recoge el papel. No lo dejes ahí para que lo pisotee cualquiera. Recógelo y guárdalo en tu bolsillo, porque tal vez lo necesites. Puede que dentro de poco estés totalmente aturdida en el trabajo, con tu jefa gritándote por un oído y el teléfono atacándote con voz de desesperación por el otro. Puede que llegue el compañero de al lado a poner la salsa erótica que siempre te aturde hasta las arcadas. Puede que en las escaleras te agarre el pedigüeño de siempre, que ya te perdió el respeto y te persigue hasta el lobby, de donde lo bota el personal de limpieza a coletazos.
Hazme caso, recógelo. Puede que ya esté un poquito sucio, puede que haya tocado el suelo de la calle, que quién sabe cuántos han escupido, vomitado, meado o sangrado sobre él. Entiendo tu asco, pero entiéndeme tú también: Puedes sacar tu pañuelo, pasárselo por encima y como nuevo el papelito. Sin escupitajos, sin vómito, meado o sangre. Tal vez una que otra lágrima, pero sobre eso no te voy a contar.
Abre tu bolsillo trasero, mételo ahí, si quieres te olvidas de él hasta que llegues a casa, tires el impermeable sobre el sofá, la bufanda sobre el sofá, la chaqueta sobre el sofá, la franela sobre el sofá, el pantalón sobre el primer escalón, el sostén sobre el tercero y la pantaleta sobre el quinto. Puedes olvidarte de él mientras preparas la tina con sales de fruta y aguas calientes, mientras tocas el agua con la punta del dedo gordo del pie para ver si está muy caliente, mientras te abres paso hacia el fondo de la bañera con esos movimientos de jirafa elegante que siempre te he admirado. Puedes olvidarte del papel mientras te acuerdes de mí, echada y cubierta de burbujas, asida de los bordes de la bañera como si fuese un barco que amenaza voltearse en medio de la tormenta. Pero que no se te olvide cuando salgas del espejo nublado en tu bata turquesa y revises el pantalón para saber si perdiste el ticket del Metro de nuevo.
Si quieres déjalo huir con el viento un rato y persíguelo como perseguías los papagayos antes. ¿Lo hacías, verdad? No te conocía, pero ahora te conozco y te puedo imaginar fácilmente persiguiendo un papagayo. Pero que no se te vaya a escapar... el papel, no el papagayo. Porque después te regaña tu papá, qué viejo tan malhumorado. No entiendo cómo lo tolerabas en el apartamento contigo. No es tu culpa que haya enviudado, no es tu culpa que sea un cascarrabias crónico, no es tu culpa que seas su única hija. Increíble que lo único que te reclamo no sea tu culpa. Me refiero al papagayo y no al papel.
Por primera y última vez, préstame atención. Conserva el papel y no lo olvides. Este papel tiene muchísimo de ti. Si quieres, haz una figurita con él. Sí, un origami. Te encantan, te calman y los haces con la destreza perfecta con la que haces todo menos correr detrás de este papel si se lo lleva el viento. Siempre me pregunté que si yo fuera un papel, qué figura harías conmigo. Agarra otro, escribe más o menos esto y haz dos barquitos. Ponlos a flotar en la bañera, en el florero que te regalé para el trabajo, en la taza de café con el perro dibujado. Si quieres húndeme. Dispárame con tus cañones. Ábreme un hueco con el cuchillo de la mantequilla, déjame hundirme y alejarme de ti y de tu barquito triunfador. Es tuya la batalla, el día, la guerra.
Sé que no lo podías creer cuando lo viste por primera vez. Discúlpame si esta es la primera vez. Lo botaste al piso en medio de la calle como te dije que no lo hicieras, o lo vas a hacer ahorita mismo. Y perdón. Perdón. No sé ni por qué lo hice.
Dime, ¿en qué figurita me transformarías en este momento? No importa mucho a estas alturas, de cualquier forma no me voy a enterar. Si tomas mi idea de los barquitos, deja que me hunda, pero recuerda que mi bandera está en el tope de uno de ellos, así sea del que se pierde en el agua.
Este papel fue, es y será lo que tú quieras que sea. Me arrepiento de no haber sido igual que él.
Chau.
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El significado actual es Ori- Doblar y kami- papel.
En japonés original Ori-atrapar Kami-alma.